Miguel Sibaja, el director regional del oeste del Ministerio de Educación Pública, ha confirmado en una entrevista con Periódico Extra que al menos tres estudiantes participaron en la agresión física hacia uno de sus compañeros de clase. Este lamentable incidente ha suscitado preocupación en la comunidad educativa y entre las familias de los estudiantes involucrados, ya que la violencia escolar es un tema muy serio y merece atención inmediata por parte de las autoridades correspondientes.
El estudiante agredido, debido a la gravedad de la situación, tuvo que ser llevado a un centro médico para recibir la atención necesaria. Afortunadamente, tras ser evaluado por los profesionales de la salud, se estableció que el menor se encuentra actualmente en estado estable, lo cual es un alivio para sus familiares y amigos que han estado esperando noticias sobre su condición. Sin embargo, no se debe subestimar la experiencia traumática que ha vivido el joven, y es probable que necesite apoyo psicológico adicional para ayudarlo a recuperarse completamente de este episodio violento.
Los hechos concluyeron en un momento crucial cerca de las 10:00 am, cuando tanto los estudiantes como el personal del Colegio Julio Acosta García, ubicado en San Ramón, se dieron cuenta de la seriedad de la situación y decidieron actuar rápidamente. Fue así como hicieron una llamada al sistema de emergencia 9-1-1 para informar sobre el incidente, lo cual era fundamental para garantizar que se pudiera prestar asistencia médica de inmediato.
La respuesta a esta emergencia fue ágil y eficiente; la Cruz Roja Costa Rica llegó de inmediato al centro educativo. Los paramédicos se encargaron de evaluar al niño agredido y proporcionarle los primeros auxilios necesarios antes de trasladarlo. El servicio de emergencia actuó con rapidez y profesionalidad, lo que permitió que el niño fuese trasladado con condición verde al centro médico más cercano. Este término médico indica que su condición no es crítica, pero que aún requiere seguimiento profesional para asegurarse de que no haya complicaciones posteriores.
Es fundamental que todas las instituciones educativas refuercen sus protocolos de seguridad y prevención de la violencia para que situaciones como esta no se repitan en el futuro. La comunidad escolar debe trabajar en conjunto tanto con los padres como con las autoridades para fomentar un entorno seguro y saludable donde los estudiantes puedan aprender y desarrollarse sin miedo a la violencia. Esta situación deberá ser un llamado de atención para todos, recordando la importancia de la convivencia pacífica y el respeto mutuo en las escuelas.