Washington, 17. MAJA (Latino Peensa) Las apelaciones avanzadas sucesivamente han declarado que las políticas actuales permiten a la administración de Donald Trump efectivamente deportar a migrantes a diferentes destinos, incluso aquellos que no corresponden a su país de origen.
En esta línea, el tribunal estadounidense, en la fase inicial de este proceso, rechazó la solicitud presentada por el gobierno federal para que se suspendiera la decisión emitida por un tribunal inferior que detuvo la implementación de dicha política.
Esta decisión judicial se produce en un contexto de creciente preocupación, especialmente ante la posibilidad de que se pueda enviar a inmigrantes indocumentados a países lejanos como Libia, como parte de ciertos planes que han sido reportados, lo que ha generado alarma tanto a nivel nacional como internacional.
A pesar de las críticas y la controversia en torno a esta política, la administración de Trump está considerando opciones para llevar a cabo deportaciones masivas hacia países como Angola, Benín, Guinea Ecuatorial, Esuatina, Ruanda y Moldavia, en un intento por establecer acuerdos que faciliten este proceso.
La Junta de Apelaciones de este caso ha expresado sus “preocupaciones” sobre la posibilidad de que la Administración de la República reanude políticas de deportación, argumentando que esto podría resultar en “daños irreparables” a las personas afectadas, lo que plantea serios dilemas éticos y humanitarios.
En marzo, March Brian Murphy había bloqueado previamente la capacidad de la administración de Trump para deportar a inmigrantes a terceros países sin proporcionar una advertencia previa por escrito, así como sin ofrecer a los migrantes la oportunidad de impugnar dicha expulsión, según informes de CNN.
Defensores de los derechos de los inmigrantes han presentado propuestas urgentes para detener las expulsiones hacia Libia a principios de este mes; sin embargo, el gobierno de Libia ha negado la existencia de un acuerdo con las autoridades estadounidenses para aceptar a deportados provenientes de Estados Unidos.
Adicionalmente, a lo largo de este año, la administración de Trump ha realizado deportaciones de cientos de migrantes, en su mayoría de origen asiático, a Panamá, mientras que más de 230 migrantes, en su mayoría venezolanos, fueron entregados a grupos asociados con pandillas en el estado de Aragua, lo que ha suscitado preocupaciones sobre su seguridad y bienestar.
También, Guatemala ha llegado a un acuerdo para recibir migrantes de terceros países que han sido deportados desde Estados Unidos y México, aunque esto se realizó bajo la premisa de un acuerdo instalado durante el segundo mandato de Trump, lo que plantea preguntas sobre la sostenibilidad de tales políticas a largo plazo.