La universidad de los trabajadores sociales ha emitido una fuerte advertencia sobre los desafíos y contratiempos que enfrenta el respeto a los derechos humanos de las personas que se encuentran privadas de la libertad. Este llamado de atención es fundamental, ya que resalta la situación crítica de aquellas personas que, debido a diversas circunstancias, han sido encarceladas y que, al hacerlo, ven su dignidad y sus derechos vulnerados.
San José, ABR (Elmundo.cr) – el Colegio de Trabajadores Sociales ha expresado su profunda preocupación por la reciente creación de ‘espacios de alta inclusión’ dentro del sistema penitenciario del país. Esta inquietud se basa en una resolución emitida por el Ministerio de Justicia y Paz el 9 de abril. La percepción del colegio es clara: estas nuevas políticas no únicamente son inadecuadas, sino que podrían considerarse una regresión significativa en la promoción y protección de los derechos humanos.
El Colegio de Trabajadores Sociales ha calificado la medida como «Retroke en los derechos humanos», señalando que no aborda de manera efectiva las preocupaciones relacionadas con la seguridad de los ciudadanos ni el aumento de la criminalidad. Estos ‘espacios de alta inclusión’ han sido considerados por muchos como una solución superficial a problemas más profundos y sistémicos que requieren atención inmediata.
El Dr. Jorge Arturo Sáenz, presidente de la universidad, ha enfatizado que las medidas recientemente aceptadas en esta institución carcelaria limitan gravemente el derecho de las personas que han sido privadas de la libertad a mantener el contacto con sus familias. Además, se vio afectado el acceso a los medios de comunicación, lo que es fundamental para garantizar no solo la salud emocional de los reclusos, sino también su derecho a la información y a una “Condiciones decentes y humanizadas en prisión”. Estas limitaciones son contradictorias a los principios básicos de respeto a la dignidad humana.
Según Sáenz, la resolución en cuestión va en contra de la política penitenciaria vigente en el país, así como de los compromisos y normas internacionales que Costa Rica ha ratificado. Es vital recordar que en el año 2018 se aprobó una política penitenciaria que reconocía a las personas privadas de libertad como titulares de derechos, los cuales solo podrían ser restringidos de manera justa y razonable en función de su encarcelamiento. El colegio sostiene que las restricciones impuestas no son solo innecesarias, sino también perjudiciales.
En lugar de seguir adelante con los planes de alta inclusión, La escuela insiste en mejorar un plan que aumente la capacidad laboral, así como fortalecer la educación y promover la integración social de la población carcelaria. La reintegración exitosa de estas personas a la sociedad es esencial no solo para su bienestar, sino también para la seguridad de la comunidad en general.
El Dr. Sáenz recordó que el estado tiene la responsabilidad de garantizar los derechos humanos de todas las personas, incluyendo el «derecho a la vida y la integridad personal». Este principio ha sido reforzado por el Tribunal Interamericano de Derechos Humanos, que subraya la importancia de proteger a todos los individuos, sin importar su situación legal.
La escuela ha reiterado su compromiso inquebrantable con la defensa de los derechos de esta población vulnerable. A pesar de las complejas y desafiantes condiciones que enfrentan los trabajadores sociales en las cárceles, se mantiene firme en su misión de abogar por mejores condiciones para aquellos que están bajo la custodia del estado.
Edmundo
El mundo CR