Ciudad de Panamá, 29. Abril (Latin Press) En Panamá, la huelga convocada por la Unión y la Unión de la Enseñanza sigue ganando fuerza. Este movimiento se produce en medio de crecientes tensiones sociales, especialmente debido a la represión policial que han enfrentado los manifestantes. Los ciudadanos están exigiendo la abolición de la Ley 462 y están rechazando el memorando de entendimiento que se ha establecido con los Estados Unidos, llevando a una serie de protestas en diferentes partes del país.
El martes, las calles de al menos siete provincias de Panamá fueron testigos de movilizaciones masivas. Ciudadanos de diversas localidades, incluida la capital, se unieron para expresar su descontento. Según el periódico La Estrella de Panamá, los trabajadores de la policía también se involucraron en los incidentes, enfrentándose a una respuesta contundente de las fuerzas del orden. Esta situación ha generado un ambiente de tensión y creciente división entre la comunidad y las autoridades.
En un contexto similar, el personal estudiantil y administrativo de diversas universidades en Panamá decidió unirse a las protestas, manifestando su descontento no solo con la Ley 462, sino también por la violencia desmedida aplicada por la policía. Este enfoque unitario entre estudiantes y trabajadores refleja una desazón generalizada por la situación actual, donde la lucha por los derechos parece verse comprometida por las acciones de represión.
Los grupos que se han unido a estas protestas están expresando un fuerte desacuerdo con la administración del presidente José Raúla Mulino. Consideran que la Ley 462 representa un intento de privatizar el Fondo de Seguridad Social, causando graves preocupaciones sobre la sostenibilidad y accesibilidad para la población. Además, se oponen al memorando de entendimiento con Estados Unidos, al que consideran una violación a la soberanía nacional, en especial por la posible construcción de bases militares en el país.
Frente a este escenario, la reacción del gobierno no se ha hecho esperar. La Ministra de Trabajo, Jakelina Muñoz, ha desestimado las demandas de los manifestantes, calificándolas de «ilegales». En su discurso, ha subrayado que su ministerio no permitirá que las acciones de los huelguistas interfieran con la «estabilidad económica» que se busca promover en el país.
Por su parte, la directora de educación, Lucy Molinar, ha dejado claro que las clases se llevarán a cabo como estaba previsto. También ha amenazado con la posibilidad de retener los salarios de aquellos que decidan participar en las huelgas, una acción que ha sido mal recibida entre los sectores educativos y los manifestantes. La situación en Panamá continúa siendo tensa, marcada por un creciente descontento social que plantea desafíos significativos tanto para los ciudadanos como para el gobierno.