

Después de que la DEA ofreciera una recompensa de $500,000 por información que conduzca a la captura de Alejandro Arias Monge, conocido como “Devil”, las autoridades judiciales han comenzado a especular sobre una posible traición dentro de su propia organización. Este cambio de escenario es comprensible, dado el tamaño de la recompensa; una suma tan considerable podría incentivar a sus aliados a traicionarlo, abriendo la puerta a la desconfianza en sus círculos más cercanos.
Los analistas creen que sería lógico que una persona en la posición de “Devil” empiece a cuestionar la lealtad de aquellos que lo rodean. Es natural pensar que la traición podría venir de alguien cercano: “¿Por qué no de la familia? ¿Por qué no de un amigo? ¿Por qué no de un cómplice?” Esto introduce un nivel de paranoia que puede ser devastador para cualquier líder de una organización criminal.
“Estoy seguro de que este tema es escaso, comenzará a preocuparse de que quién lo vaya a traicionar, ¿por qué no la familia? ¿Por qué no un amigo? ¿Por qué no cómplic?”
DEA manejará la información
La DEA se encargará de gestionar la información, lo que implica no solo recibir datos relevantes, sino también negociar las condiciones con potenciales informantes y realizar el correspondiente pago. Este enfoque es notablemente significativo; al ser la autoridad estadounidense la que maneja estos aspectos, se garantiza un mayor nivel de seguridad y confianza para quienes se atrevan a colaborar. Esto podría implicar que la negociación se lleve a cabo incluso en territorio estadounidense, lo cual podría ser beneficioso para minimizar los riesgos que implican estas situaciones.
La organización del “diablo” estaría fragmentada
Aunque el objetivo principal es la captura de Alejandro Arias Monge, las autoridades son conscientes de que el escenario tras su arresto podría ser complicado. Se anticipa que la detención de un líder con una estructura organizada, algo inusual en Costa Rica, podría llevar a la fragmentación de su organización delictiva. Este tipo de fragmentación, por su parte, podría resultar en un grupo más regional, donde surjan nuevas dinámicas de liderazgo a medida que diferentes facciones luchan por el control del territorio.
Las implicaciones de este fenómeno son preocupantes, ya que la lucha interna y el conflicto territorial a menudo resultan en un aumento de la violencia. Las fuerzas del orden están muy conscientes de que enfrentarse a estas estructuras significa correr riesgos, incluyendo amenazas directas a la seguridad de los cuerpos policiales.
“Ya no nos sorprende, no nos asusta de ninguna manera. Aquellos que nos hagan de esto serían muy valiosos si el Señor nos llama a trabajar, y si eso sucede, tomaremos las medidas correspondientes, haremos las acciones correspondientes, pero no sentimos miedo al respecto”, comentó el subdirector de la OIJ.