En la ciudad de Santa Cruz, Bolivia, en una significativa jornada del 10 de abril, se vivieron intensas manifestaciones organizadas por el sector del transporte. Los transportistas urbanos salieron a las calles, bloqueando las principales vías de La Paz como parte de su protesta. Este movimiento tenía como objetivo principal solicitar un aumento en las tarifas del transporte, argumentando que se debe a la «inflación de hecho» que ha estado afectando a la población y, en específico, a su sector. La demanda fue presentada al secretario de transporte, Limbert Tancara, quien recibió a los representantes de los manifestantes.
Un portavoz de los transportistas comentó ante la prensa local: «En este momento hay 60 puntos bloqueados en el municipio de La Paz. Nuestro grupo está distribuido en diferentes áreas de la ciudad. Sin embargo, hemos decidido permitir el paso de vehículos de emergencia y los vehículos escolares para no afectar gravemente a quienes realmente lo necesitan». Este enfoque indica una cierta disposición de los manifestantes a mantener la protesta, pero también a permitir que algunos servicios esenciales continúen funcionando.
En el contexto de la economía boliviana, el aumento en las tarifas de transporte no es un tema aislado. Según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el mes de febrero, Bolivia experimentó una inflación mensual de 1.26 por ciento. En total, la inflación acumulada asciende al 3.24 por ciento hasta la fecha, con una proyección anual que alcanza el 7.5 por ciento. Esta situación económica ha llevado a un clima de preocupación entre la ciudadanía, y los transportistas no son ajenos a estas dificultades.
Uno de los puntos más preocupantes es el aumento en los precios de las canastas básicas de productos esenciales. Muchos ciudadanos han notado el encarecimiento significativo de alimentos primordiales como el arroz, la carne de res, el pollo, el aceite comestible y la harina de trigo, entre otros. Este encarecimiento ha impactado durablemente en la economía de las familias bolivianas.
Además de estos problemas, las reservas internacionales de Bolivia han experimentado una caída alarmante, reduciéndose en casi un 50 por ciento en un lapso de dos años. De acuerdo con el Banco Central de Bolivia (BCB), las reservas pasaron de $3,796 millones en 2022 a aproximadamente $1,800 millones en enero de 2025. Esta disminución pone de relieve una situación económica preocupante que está generando tensiones y malestar en la población, poniendo en duda la estabilidad financiera del país. (Sputnik)