WASHINGTON, 5 de mayo (Elmundo.CR) – El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha tomado la decisión de reabrir y expandir la famosa prisión de máxima seguridad de Alcatraz, con el objetivo de albergar a los criminales «más violentos» del país. Esta noticia ha generado un gran revuelo, ya que Alcatraz no solo es conocida por su pasado como un centro de detención, sino también por su relevancia histórica y cultural en los Estados Unidos.
A través de su red social, denominada Social, el presidente Trump comunicó que ha ordenado a la Oficina Federal de Prisiones (BOP) que colabore con varias agencias clave, incluyendo el Departamento de Justicia, el Departamento de Seguridad Interna y el FBI, para llevar a cabo la reapertura de la prisión situada ante la costa de San Francisco, en California. Este movimiento forma parte de una estrategia más amplia para enfrentar el aumento de la violencia y el crimen en muchas de las ciudades estadounidenses.
Durante su anuncio, Trump fue enfático al expresar que «ya no toleraremos a los delincuentes recurrentes que siembran la pudrición, el derramamiento de sangre y el caos en nuestras calles». Estas palabras reflejan su política de mano dura contra el crimen y su compromiso de proteger a la ciudadanía. Sin embargo, el anuncio ha suscitado una variedad de reacciones entre los ciudadanos y los especialistas en criminología, quienes cuestionan la efectividad de las políticas de encarcelamiento masivo.
El BOP, que será responsable de esta nueva etapa en Alcatraz, indicó que el cierre de la prisión en su momento se debió, en gran parte, a los altos costos asociados con su mantenimiento, que oscilaban entre $3 y $5 millones. Esta cifra ha llevado a muchos a preguntarse si el gobierno contará con los recursos necesarios para operar eficientemente una instalación de esta magnitud, especialmente considerando los desafíos financieros que enfrenta el sistema penitenciario en general.
Desde que cesó su actividad como prisión hace aproximadamente 60 años, Alcatraz ha pasado a ser una de las atracciones turísticas más visitadas de San Francisco, atrayendo a millones de turistas anualmente. La isla, que alguna vez fue el hogar de notorias figuras criminales, se ha convertido en un símbolo de la historia del sistema penitenciario estadounidense. No obstante, con la nueva propuesta de Trump, existe la preocupación de que esta icónica prisión pierda su valor como sitio turístico y histórico, convirtiéndose nuevamente en un lugar asociado con el sufrimiento humano.
Como resultado de este anuncio, se espera que se desaten debates acalorados sobre la ética y la política del encarcelamiento en los Estados Unidos. Los defensores de los derechos humanos y los activistas por la justicia social han expresado su descontento, argumentando que la reanudación de operaciones en Alcatraz podría ser un retroceso en el esfuerzo por reformar el sistema penal, que actualmente se enfrenta a críticas por su enfoque punitivo en lugar de rehabilitador.
Por lo tanto, la reapertura de la prisión de Alcatraz no solo plantea preguntas sobre la viabilidad práctica de tal operación, sino que también invita a una reflexión más profunda sobre la dirección que está tomando la política criminal en el país.